Jue. May 2nd, 2024

Las bibliotecas históricamente fueron lugares de lectura. Con la invención de la Internet, los archivos PDF, y el código HTML cada vez más los ciudadanos de los países tornan a las pantallas, grandes, y cada vez más, pequeñas. Dentro de este contexto, las bibliotecas, posiblemente dentro de una lucha existencial, se inventan de nuevo inaugurando espacios para el trabajo colectivo, espacios con diversos tipos de tecnología, y espacios llenos, todavía, con estantes de libros. Pero la conducta de usuarios de las bibliotecas no es la de antes cuando todo se orientaba hacia la lectura de los libros. Impensable era, dentro de las bibliotecas hasta el fin del siglo XX, usar un aparato electrónico con el volumen subido, conversar con un amigo o familiar en este aparato, o comer un refrigerio o un tentempié grasiento. Toda aquella cultura del silencio y contemplación permutó en algo completamente distinto. Ahora las bibliotecas se conciben como espacios de trabajar, de tecnología, de cultura, y de vez en cuando, de lectura.

En mi universidad en Baltimore, en la biblioteca Loyola-Notre Dame, había bulla constante y las bibliotecarias tan débiles en su poder de pararla, que no cambiaron nada, hasta que llegó un momento de una algarabía tan fuera de control que se declaró: el segundo piso del edificio se constituiría como “zona de silencio”. Ahora un piso de los cuatro es “silencioso”. No solo se trata de bibliotecas universitarias. La biblioteca del municipio de Jesús María, Lima, barrio donde yo paso mucho tiempo, se añora un cartel que dice ¨Biblioteca Municipal Enrique López Albújar¨. Pero simplemente dice ¨Centro Cultural de Jesús María¨. Ahora está circulando en TIkTok, y reproducido en Twitter, conocido ahora como “X“, un video que nos informa que van a reducir los espacios públicos para crear más oficinas. Creo que se refiere a “co-working spaces”, espacios donde pares o grupos de personas pueden trabajar juntos. La misión de una biblioteca ya no se trata de crear espacios para digerir información para llegar a un conocimiento mayor, sino a actividades con fines de lucro.  

Uno de los fracasos de nuestra era es la disminución de los roles en nuestras comunidades de los libros impresos que ofrecen información, y hasta conocimiento y sapiencia, sin distracciones como las muy frecuentes notificaciones que suelen sonar en los dispositivos electrónicos. Pese a nuestra coyuntura digital, los libros todavía existen, pero, fuera de la posibilidad de sacar un tomo de las bibliotecas o leerlo en una biblioteca ruidosa, es forzoso compararlos, a veces a precios altos. Al reaccionar a esta circunstancia, algunas casas editoriales han lanzado ediciones populares. Por ejemplo, vemos varios títulos de esta índole lanzados por nuestros amigos en Ediciones Achawata.

También como reacción a esta circunstancia caracterizada por la dificultad de encontrar espacios sosegados y de ubicar libros por precios cómodos, varios portales utópicos de resistencia han surgido. Uno, como este que usted el lector está visitando ahora mismo, “El porvenir nos debe una victoria”, se dedica a un solo autor, Manuel González Prada. “El porvenir nos debe una victoria”, un proyecto “en desarrollo”, ya ha colocado ediciones críticas de cuatro de los libros de González Prada que son gratis de acceder para los lectores. “El Porvenir” igualmente ofrece otros recursos, las herramientas filológicas, para ayudar a los interesados que añoran profundizar su conocimiento del poeta y ensayista modernista. Y hay otros libros, como Propaganda y ataque, en el horizonte.

Otros portales digitales útiles registran una variedad de obras y autores. La biblioteca virtual “Miguel de Cervantes” ha archivado una cantidad sorprendente de obras de literatura de los diversos países hispanos. Los libros de prosa y poesía, de teatro u otros géneros pueden ser los grandes o los olvidados del pasado, aunque no puede tener los más actuales por razones de copyright. Los libros de ediciones antiguas fuera del copyright que posee pudieron transformarse en archivos PDF, o en otros casos en versiones vertidas al sistema de código HTML para una experiencia más placentera de leer.

Una mina muy provechosa para los e-books es el Internet Archive. Este archivo digital alardea de almacenar en sus servers, libros, periódicos, películas clásicas, noticieros y otros programas de televisión. También tiene archivado música grabada originalmente en los viejos discos de 78 revoluciones por minuto (78 RPM). Hay materias en varios idiomas. Yo he consultado una variedad de ricas fuentes en inglés, francés y español. Quisiera mencionar Scribd, pero este portal, repleto con materias en castellano, requiere membresía, una cuota mensual para acceder a sus materias. Es un sito con fines de lucro. Lejos de este modelo de acumular fondos permanecen “El Porvenir”, la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes y el Internet Archive.

El conocido autor David Streitfeld del New York Times del 13 de agosto nos informa que el Internet Archive fue víctima de un juicio lanzado contra el portal por cuatro gigantes de la industria editorial de libros, HarperCollins, Penguin Random House, Hachette and John Wiley & Sons. La semana pasada, el juez, John G. Koeltl de U.S. District Court en Manhattan, concluyó contra el Internet Archive y determinó que el portal limitaba las ganancias de las corporaciones transnacionales.

Fuera de sus lectores usuales, el creador de Internet Archive, Brewster Kahle, les había dado acceso a abundantes materias a estudiantes durante Covid, no obstante la fecha de sus condiciones de copyright, y por ello, fue castigado por la corte, y por estas empresas publicitarias. Según Streitfeld en el Times, Kahle es visto por algunos como visionario, un emprendedor visionario de la talla de Bill Gates. Pero Kahle no es ni Gates, ni Steve Jobs, ni Mark Zuckerberg, porque cree simplemente que la información que se necesita para ser humano debe ser disponible en la Internet. Debe ser gratis. Nosotros sabemos que ahora con el artificio de un paywall el conocimiento es bloqueado a los que no tienen ni los fundos de la capacidad de adquirir los fundos para tener acceso. Algunos ejemplos que vienen a mi mente en esta oportunidad es la prestigiosa revista de literatura PMLA, de la Modern Language Association of America que solo puede leerse con membrecía en la asociación o pagando en el paywall de Cambridge Core. Otro ejemplo es la Revista Iberoamericana, la también prestigiosa publicación, la revista del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, ahora “protegido” detrás de la paywall de la University of Liverpool. No hace mucho, me comisionaron para la editorial Routledge un artículo de la nación de Anáhuac, los altepeme de la confederación Mexica en época en que llegaron los españoles al Valle de México. Lo que yo pensaba enciclopedia es ahora un portal, The Renaissance World, The Routledge Online Library. Es un portal muy amplio y muy informativo, pero también es muy exclusivo.

Kahle concibe el Internet Archive como una biblioteca en que los usuarios tienen derecho de leer los libros, así como un usuario puede entrar en una biblioteca y sacar una materia. Pero la sentencia sumaria, aunque oculta, del honorable John G. Koeltl, debe ser enorme porque premiaba por miles de dólares a cada libro escrito por los autores publicados de los cuatro mastodontes. Lamentablemente, la burla de la idea de una Internet para todos no terminó con el fallo del juez Koeltl.

El otro día, Kahle supo que había un segundo pleito contra él puesto que en el Internet Archive habían digitalizado discos históricos de 78 RPM. La autora Ashley Belanger en Ars Technica (8/15/2023) nos informa que el nuevo problema surgió debido a un proyecto de Internet Archive titulado The Great 78 Project, el cual digitalizaba grabaciones producidas entre 1898 y fines de los cincuenta. Nadie compra estos discos ahora a no sea que sea en el mercado de segunda mano, su valor es puramente histórico. No obstante, estas compañías ahora armando pleito contra Internet Archive. El plieto inclueye UMG Recordings, Capitol Records, Concord Bicycle Assets, CMGI, Sony Music Entertainment, and Arista Music. El juicio busca un castigo de cuatrocientos millones de dólares contra el Internet Archive.

¿Cómo va a sobrevivir Internet Archive, una organización sin fines de lucro, si otro juez igualmente falla en su contra?

No sabemos, pero en nuestro pequeño rincón del mundo podemos seguir con nuestros esfuerzos de dar las obras de Manuel González Prada al mundo. Así como Editores Achawata ofrece una edición de Horas de lucha por diez soles, El porvenir nos debe una victoria ya tiene cuatro libros del maestro gratis, aunque contra Scribd que fuerza a sus lectores de ser miembros para ver nuestras mismas ediciones, como es el caso con Baladas peruanas. En El Porvenir los lectores pueden leer gratis este poemario, o Páginas libres, Anarquía, o Horas de lucha (aunque roguemos a nuestros lectores no colocarlos en portales que cobran por sus lecturas). El último de estos en colocarse de nuevo después de la destrucción del portal original en el servidor “Evergreen” de Loyola University, todavía visible en la Wayback Machine (¡de Internet Archive!) es Horas de lucha. Si la edición del portal original fue preservada por la reciente edición de Revuelta Editores, ahora brindamos una edición corregida aún mejor con un aparato crítico ampliado (y que sigue mejorándose).

Además, El porvenir nos debe una victoria lanza ahora por primera vez, con mucho orgullo, una nueva sección, “Herramientas filológicas” que contiene archivos PDF de varias de las primeras ediciones de las obras de González Prada, varias de ellas de Internet Archive, otras de Google Books, y otras de Cervantes Virtual. “Herramientas filológicas” igualmente brinda la bibliografía del portal original, ahora actualizada junto con otras materias para las personas que buscan profundizar sus conocimientos del maestro Manuel González Prada.

© Thomas Ward 2023

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