Por Carlos A. Johnson2
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En 1922 la autora de Lyric Forms From France (New York, Harcourt Brace and Co., 1922), Helen Louise Cohen, subraya sentenciosamente: “Estas formas líricas (rondeles, triolets, villanelas –aclaración de Johnson) venidas de Francia al haberse mantenido en vigencia, a pesar del interés de los amantes de la poesía por el verso libre, nos pueden indicar que aquéllas han sido adoptadas permanentemente por las razas de habla inglesa” (p. 90).
Verdad, la autora ni siquiera se imaginaba que el poeta y prosista peruano, González Prada, había publicado sus primeros ocho rondeles en El Correo del Perú (1871-72), a la temprana edad de 23 años, adelantándose en doce años al celebrado poeta inglés, Algernon Charles Swinburne (1837-1909), puesto que éste llevó a la imprenta su libro A Century of Rondels en 1883; también se adelantó al novelista escocés, Robert Louis Stevenson, en cuatro años ya que Stevenson había escrito dos en 1875; y a los liridas americanos en siete años puesto que sólo en 1878 se introdujeron estas composiciones poéticas en los Estados Unidos.
Sin duda alguna que resultaba muy difícil que la autora americana, Cohen, se enterase de estas publicaciones por medio de un diario peruano o inclusive de la misma obra, Minúsculas (1901), de González Prada donde había reunido sus innovaciones, a no ser que fuese una estudiosa del Modernismo encabezado por Rubén Darío. Por cierto que antes –ahora las cosas han cambiado en lo que atañe a la literatura latinoamericana- únicamente los “scholars”, los expertos se fijaban en la extraordinaria literatura que significó el Modernismo tanto en la poesía como en la prosa cuya influencia se dejó sentir en la España de Valle Inclán, Juan Ramón Jiménez, Azorín, del joven filósofo español, José Ortega y Gasset, que le tenía un culto fervoroso a Darío, al “Indio Divino” (como acostumbraba llamarlo), y el mismo Unamuno al querer evitar su influencia tuvo que escribir de una forma antimodernista.
Recién ahora, hacia fines del Siglo XX –comenzando en la década del Sesenta-, no sólo los críticos americanos y europeos sino el mismo público de aquellos continentes, además, reparan que los latinoamericanos sabían escribir tan bien o, tal vez, mejor que los escritores de casa. Y no es porque los nuevos creadores latinoamericanos hayan escrito mejor que los antiguos sino que, simplemente, acaba de descubrírseles. Si José Martí, González Prada, Rubén Darío, Juan Montalvo, Julián del Casal, Guillermo Valencia, Leopoldo Lugones y Herrera y Reissig estuviesen escribiendo hoy en día, sus obras hubiesen sido comentadas en todo el mundo...porque el mundo ha acabado de abrir los ojos ante la deslumbrante y arrolladora literatura latinoamericana.
Claro que fue una desventaja que el parco y recatado hombre de letras peruano, González Prada, no llevase a la imprenta sus novedades poéticas a tiempo. (Lo mismo le sucedió a Ortega –que no se cansaba de lamentarse posteriormente en sus escritos- que se había adelantado, con su obra filosófica, al pensador alemán Heidegger, con el asunto del ser, desperdigado en sus conferencias y charlas en la Argentina sobre todo). Y además –como ocurre estos días- había el problema de encontrar editor. Lo mismo acontecía con su prosa granítica de Páginas Libres, libro publicado en París en 1894. Y es que el formidable lirida peruano era así: nada lo apuraba. Todo lo sometía a la lima.
Antes de abordar el tema del rondel y sus cultivadores, voy a hablar brevemente sobre los comienzos poéticos de González Prada. Si nos remontamos a los inicios de este singular poeta –aunque de allí va a surgir el escultor de la prosa- notaremos que en sus primeras composiciones, en las cuales incluye rondeles también, hay un tono romántico: influencia de Bécquer y los románticos alemanes. En El Correo del Perú de setiembre de 1871, había sacado a la luz cinco rondeles. A continuación, el 7 de octubre del mismo año saca dos más. Luego, el 6 de enero de 1872, publica treintainueve cuartetas de endecasílabos asonantados intitulados “Tiempos pasados”. Véase aún el vocabulario romántico del joven poeta: “La virgen rubia de azulados ojos”, “olorosas flores”, “místicos ensueños”, “las silfas de mis sueños infantiles”, “mis puras diosas", “mis alegres hadas”, “fugitivas alas”, “el lánguido suspiro de las arpas”, “rosas y jazmines”, “¡Oh juventud de lloro y desencantos!”. Ello no obstante, aquí percibimos el empleo de la triple adjetivación que utilizará con frecuencia en su prosa: “voz inefable, melodiosa y vaga”. En la última cuarteta ya se vislumbra al prosista de Páginas Libres y Anarquía:
Ni amor abrigo ya ni crueles odios: Perezca el mundo en guerras, hambre y plagas Que yo tranquilo, mudo, indiferente Sobre sus ruinas posaré mis plantas
El 13 de julio de 1872, inserta dos composiciones más: “Mi alma” y “Al amor”, composición amorosa. Y el 14 de setiembre aparece otro rondel que lleva como estribillo “Tus hebras de oro”, de cinco sílabas, que rima con los versos como él lo señaló3.
El rondel, en su forma original, es una canción folklórica que se usa en los bailes de ronda. Los poetas desde sus mismos comienzos, en la Francia del Siglo XIII, lo emplearon para cantarle al amor a la justicia y a la naturaleza. Dos de sus principales cultivadores de esa centuria fueron los franceses Guillerme d´Amiens y Adam de la Halle. En el XV destacó Charles d´ Orleáns. Chaucer escribió rondeles, también, en Inglaterra.
Esta forma lírica del rondel volvió a ser usada, tras varios siglos de silencio, hacia la segunda mitad del Siglo XIX por los poetas franceses –que influyeron en González Prada- y luego por el peruano de raza latina y, posteriormente, por los poetas ingleses, Austin Dobson, Andrew Lang, Edmund Gosse, Swinburne y W.E. Henley los cuales –al igual que González Prada con los peruanos- influyeron en sus mismos paisanos ingleses y en los americanos: “Swinburne empezó su Century of Rondels a mediados de enero de 1883...el rondel de Swinburne es un poema de nueve líneas de dos rimas, con el comienzo de la primera línea repetida después de la tercera y después de la novena línea lo cual no permite la rima con la segunda de las dos rimas introducidas” (p. 89).
Veamos un trozo de rondel de Swinburne:
Wasted love What shall be done for sorrow With love whose race is run? Where help is none to borrow, What shall be done? ……………………………… (A Century of Rondels, London, Chatto 8 Windus, Piccadilly, 1883, p. 65)
El sentidor poeta, González Prada, en las notas finales de Minúsculas, nos habla sobre el rondel que él ha recreado: “El rondel se presta a expresión de sentimientos delicados y finos. Al querer vulgarizar el Rondeau (una manera de llamar al rondel –aclaración de Johnson) hemos ensayado modificaciones: que el número de consonantes no se limite a dos, y que el refrán conste de 7 ó 5 sílabas y rime con los versos.”. Saboreemos uno de los rondeles del fino poeta:
Oh mis Rondeles, emprended el vuelo: Dejad la muda sombra de mi estancia, Y palpitando en suave resonancia, Pedid su rósea claridad al cielo, Su voz al ave, al lirio su fragancia. Huyendo de la pompa y la grandeza, Sin mendigar aplausos ni laureles, Llamad a la mansión de la tristeza, Oh mis Rondeles Felices de vosotros si mi amada Os da su noble pecho de morada, Si sueña con mi amor al repetiros, Si al fiel reclamo de los versos fieles Responde con la voz de los suspiros, Oh mis Rondeles! (Minúsculas, p. 88)
Repárese en el ritmo, la musicalidad y la suave melodía de sus rondeles.
El afamado novelista, Robert L. Stevenson, no se libró del influjo de los rondeles franceses tampoco. Al mismo Oscar Wilde le llamó la atención estas nuevas formas poemáticas también. Y es que el rondel, el triolet y las villanelas juntamente con las baladas se hicieron muy populares en Inglaterra aunque no tanto en el Perú cuyo único cultivador, González Prada, después de la Guerra con Chile (1879-1883), se dedicó a despertar conciencias con su prosa combativa. La autora, Helen Cohen, prosigue: “Robert L. Stevenson perteneció al grupo que se encontraba implantando estas formas francesas en inglés...en 1875 ya había escrito dos rondeles que envió a la señora Sitwell de Francia; le decía: ´Le envío dos rondeles; supongo que no van a complacer a nadie sino a mí; sin embargo, esta forma poemática corta e intrincada es lo que quiero...´” (p. 89).
A pesar de que el poeta americano, Walt Whitman, era el abanderado del versolibrismo en los Estados Unidos, estas nuevas formas métricas tuvieron aceptación también. Cohen, en la misma página señala: “Proverbs in Porcelain de Dobson fue lo que introdujo estas formas poéticas en la primavera de 1878. Brander Matthews hizo una reseña de la obra para The Nation del 2 de mayo de 1878, y publicaron un artículo titulado ‘Variedades del Verso’ en Appleton´s Journal del mes de junio de 1878 sobre la teoría y práctica de estos experimentos métricos”.
El triolet que es una derivación del rondel y que se presta a temas satíricos y burlescos, amorosos y bélicos no dejó de ser cultivado por el adelantado joven poeta peruano.
Los mismos poetas del Medioevo francés, dominadores del rondel, escribieron aquél, además. Veamos lo que nos precisa la autora de Lyric Forms From France sobre el origen del triolet: ”A la temprana forma del rondeau de ocho líneas le dieron –más tarde- el nombre de triolet precisamente porque, en primer lugar, ello era originalmente una canción dividida en tres partes. Pero sólo en el Siglo XV, después de haberse creado los dos tipos variantes, el poema de ocho líneas llegó a ser conocido como triolet” (p. 63). Entretengámonos con un triolet del rondelista peruano:
Algo me dicen tus ojos; Mas lo que dicen no sé. Entre misterio y sonrojos, Algo me dicen tus ojos. ¿Vibran desdenes y enojos, O hablan de amor y de fe? Algo me dicen tus ojos; Mas lo que dicen no sé. (Minúsculas, p. 10)
El triolet "Perinola" es una sátira feroz contra el ex Presidente Nicolás de Piérola.
No contento con haber introducido el rondel y el triolet en Perú y Latinoamérica, González Prada inventa el polirritmo sin rima4, dando impulso al verso libre en la poesía hispanoamericana. En su libro Exóticas (1911), publicado tardíamente una vez más, sorprende por sus novedades métricas (ritmos continuos y proporcionales, laudes, polirritmos sin rima).
Al igual que Swinburne, González Prada escribió baladas y tuvo seguidores: el poeta Alberto Ureta con el triolet y Juan Parra del Riego con el polirritmo sin rima. José Santos Chocano, Vallejo y Eguren fueron influidos por el poeta de los rondeles, también.
Queda demostrado, entonces, que ello –el manejo de las nuevas formas métricas del francés- no fue exclusividad de las razas sajonas. Y es que en Latinoamérica, sus poetas siempre se han atrevido a ensayar toda clase de formas métricas. Sin contar las de Darío y las de los demás modernistas, el genio poético de Manuel González Prada lo lleva a salirse de los moldes románticos para incorporar nuevas formas de Francia, Italia, Alemania e Inglaterra. ¿Qué poetas hispanoamericanos escribían rondeles, triolets, villanelas, rispetto italiano, espencerinas, cuartetos persas y el polirritmo sin rima –un invento suyo- en la década innovadora del peruano (1871-1880)? ¿No nos dice muchísimo el hecho mismo de que se adelantase a los sabidos ingleses, escoceses y americanos?
1 Ensayo perteneciente a Carlos A. Johnson, escritor peruano; fue publicado en el libro Por la continuidad democrática del Perú y los peruanos (Escritos sobre lo peruano) (New York, ¡Ediciones Español, Ya! 1999).
2 Johnson es autor, además, de Las mujeres estadounidense y latinoamericanas (Breves Reflexiones en Torno a la Mujer) (New York, Ediciones ¡Español, Ya!, 1997); Descenso a los infiernos: Biografía novelada de Pablo Picasso (New York, Ediciones ¡Español, Ya!, 1998); Fujimori, a descentralización y la nueva mentalidad peruana en el 2000 (New York, Ediciones ¡Español, Ya!, 2000); Leguía, Fujimore, el miedo y la trafa en el Perú (El trágico derrotero de los gobiernos peruanos) (New York, Ediciones ¡Español, Ya!, octubre del 2000), entre otros libros.
3 En El Correo del Perú, abril de 1875, publica "Rima", versos de 7 y 11 sílabas. En el mismo diario colaboran Bécquer, Ricardo Palma, Campoamor, Clorinda Matto de Turner. En El Perú Ilustrado colaboraban Darío, Ricardo Palma, Chocano, Díaz Mirón, J. Del Casal, Valera, Campoamor, C.M. de Turner y Giner de los Ríos. González Prada publicó en el mismo diario una rima, un poema filosófico y "El Mitayo", todos de 1890.
4“Los caballos blancos (polirritmo sin rima)”:
¿Por qué trepida la tierra Y asorda las nubes fragor estupendo? ¿Segundos titanes descuajan los montes? ¿Nuevos hunos se desgalgan abortados por las nieves O corre inmensa tropa de búfalos salvajes? No son los bárbaros, no son los titanes ni los búfalos: Son los hermosos caballos blancos. ........................................................(Exóticas, 1911)
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