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Manuel González Prada, un prominente pensador del Perú durante las últimas décadas del siglo XIX, presenta un reto a la historia política precisamente porque su pensamiento representa una mezcla heterogénea de diferentes corrientes filosóficas y políticas. Se sabe que la importancia de este pensador radica en ser uno de los primeros poetas modernistas de este país; en desempeñarse luego de la Guerra del Pacífico (1879-1883) como “conciencia moral de la nación”; en su liderazgo para reconstruir el saqueo perpetrado a la Biblioteca Nacional; en su llamado para el progreso económico y social; y en su influencia póstuma para las tres ramas del radicalismo peruano del siglo veinte: los dirigentes anarcosindicalistas, el partido socialista fundado por José Carlos Mariátegui, y el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana). Estas agrupaciones adaptarían y moldearían el pensamiento de González Prada a medida que formaban sendas propias para el siglo XX. La relevancia de González Prada para las generaciones posteriores, se debe por un lado al hecho de que su visión de un nacionalismo a la vez reivindicativo y homogéneo, cosmopolita y excluyente resonaba con diversas posturas políticas. Por otro lado, sin embargo, su relevancia para los debates históricos y actuales tiene mucho que ver también con el hecho de que los problemas que más le preocuparon—la corrupción, el papel de los partidos políticos, “el problema indígena,” la educación, la diversidad, el sentimentalismo, y el excepcionalismo que se atribuye al supuesto fracaso del nacionalismo y el estado criollo—siguen siendo los temas mas candentes en la polémica política e intelectual del Perú de nuestros días.
Durante los años 1930, 1940 y 1950, hubo un continuo interés en González Prada, pues tanto su hijo Alfredo y Luis Alberto Sánchez (quien años más tarde asumiría la vicepresidencia durante el primer período presidencial de Alan García) editaron una porción sustancial de su poesía y ensayos políticos. Durante el gobierno aprista de los años ochenta, sus obras completas fueron publicadas finalmente. Mientras ha existido un interés académico esporádico por González Prada así como también una mención obligada en las historias literarias, sociales y políticas del Perú y de Latinoamérica, hasta muy recientemente no ha habido un esfuerzo mancomunado para reevaluar su obra y su significación para el Perú y su tradición intelectual.
En el año 2005 se llevó a cabo el Primer Coloquio Internacional Manuel González Prada el cual tuvo lugar en Burdeos, Francia. El evento congregó a académicos franceses, peruanos y otros, y evaluó algunos hallazgos archivísticos recientes así como también algunas aproximaciones literarias y sociales innovadoras de este hombre y sus influencias. El coloquio también se ocupó de González Prada y su esposa Adriana Verneuil y sus actividades en Burdeos, una ciudad en la que residió la pareja después de que él rechazara el nombramiento de su partido político a la presidencia en los comicios en aquel entonces (debido al “concubinato” de algunos de sus miembros con otros partidos considerado moralmente censurables por González Prada).
El Segundo Coloquio Internacional Manuel González Prada, organizado por Deborah Poole y Thomas Ward patrocinado por la Johns Hopkins University y Loyola University Maryland, examinará el pensamiento y el legado de González Prada en relación con los conceptos y principios de reforma social, gobernabilidad, secularidad, modernismo y progreso social que constituyen la tradición liberal. Al abordar la relación entre González Prada y el liberalismo, no pensamos trazar una genealogía directa entre González Prada y algo que se podría denominar “el liberalismo peruano”. Sino más bien lo que proponemos es un nuevo acercamiento a la obra y pensamiento de González Prada con la perspectiva de abrir nuevas pistas para entender la persistencia en la sociedad y cultural política peruana de una cierta tensión entre una tradición aristocrática, modernista y excluyente y otra reformista y anarquista que busca la autonomía regional y la reivindicación social y precisar qué papel tiene el liberalismo en este debate.
A pesar de que su partido político, la Unión Nacional, propusiera un incremento de inmigración europea al Perú con la meta subrepticia de blanquear al país, esta rama particular de “progreso” paradójicamente planteó un pluralismo de razas y género con tal de que éste encajara dentro de una modernidad concomitante con la de países como Francia o Alemania. El modelo representaba un camino para salir del feudalismo y del colonialismo interno que paralizaba a la nación. Inherente a las preocupaciones económicas de González Prada, fue su defensa de los indígenas y de alguna forma, su intento de incorporar dentro de su paradigma teórico a los otros estratos sociales del Perú que incluían a los asiáticos, negros, mujeres y la clase trabajadora. También central a su programa fue la educación universal y la reforma pedagógica que esto implicaba. El Segundo Coloquio Internacional de Manuel González Prada se dirige a reflexionar sobre el legado contradictorio de este pensador y su relevancia para los debates políticos, culturales y sociales del Perú de nuestros días.
Temas del coloquio: