Durante el siglo XIX hubo un gran interés en entender las literaturas dentro de los contextos nacionales. Así como se cuajaban las grandes naciones de Alemana, Italia, Estados Unidos, y las de Latinoamérica, otras ya establecidas desde el Renacimiento buscaban definirse en un contexto de nuevos estados declarados. Así la History of Spanish Literature (1849) de George Ticknor buscaba resumir la literatura de la nación española, aunque no la vasca, la andaluza, ni la catalana ni la gallega. José Amador de los Ríos publicó tal vez la primera historia literaria española en español, la Historia crítica de la literatura española entre 1861 y 1865.
El Perú también tiene su trayectoria en este sentido, pero algo más tarde. Bien se conoce el Carácter de la literatura del Perú independiente (1905) de José de la Riva-Agüero; “El proceso de la literatura” (en 7 ensayos) (1928) de José Carlos Mariátegui; Literatura peruana (1965) de Augusto Tamayo Vargas; y La literatura peruana (1975) de Luis Alberto Sánchez. Pero las reflexiones iniciales sobre la literatura peruana son anteriores, como en las tentativas de Paulino Fuentes Castro, quien en 1874, comparte un trio de ensayos sobre el tema, en mayo de este año, “Un distingo sobre la formación de la literatura nacional” (El Correo del Perú); en abril “Literatura nacional” (El Comercio); y culminando el año con “Literatura fosforescente” (El Correo del Perú). El último de estos tres se incorporó en un libro Notas literarias (1882). Para este libro, Fuentes Castro había pedido un prólogo de su amigo del Círculo Literario, Manuel González Prada, quien cumplió con un bello ensayo, “Cuatro palabras”.
En “Un distingo sobre la formación de la literatura nacional” Fuentes Castro contempla la naturaleza de una literatura nacional y afirma que “la literatura de un pueblo está constituida, en primer lugar, por el idioma, las costumbres, la religión y aun podemos decir, por la raza”1. Pero como los peruanos de aquel momento no estaban acostumbrados a ser independientes ni podían imaginar las diversas literaturas peruanas, Fuentes Castro propone en las páginas de El Comercio que la literatura peruana “es y tiene que ser española”2, anticipando así el concepto que Riva-Agüero iba a expresar en 1905. En otras palabras su concepto es criollista o hispanista.
En 1894, el amigo literario de Fuentes Castro publica en París un libro de ensayos diferentes de la producción anterior de la literatura escrita en español. Entre los variados temas de Pájinas libres uno que sobresale es la preocupación por la literatura en el Perú. En el capítulo inaugural, “Conferencia en el Ateneo de Lima”, González Prada deplora que “En literatura, como en todo, el Perú vivió siempre de la imitación” y elogia “el genio que inventa i el ingenio que rejuvenece”. González Prada nos pinta una imagen: “en lo improvisado se cristaliza muchas veces lo mejor i más orijinal de nuestro injenio, algo como la secreción espontánea de la goma en el árbol”. Este escritor innovador busca una literatura que brote “como danza de fuegos fatuos entre losas de cementerio”. La apoteosis de la posibilidad de la creación individual en el pensamiento letrado de González Prada, le conduce a crear algo completamente nuevo en las letras peruanas.
Algunos lo llaman pre-modernista, pero como ha creado algo completamente novedoso, como responde a la nueva literatura de Rubén Darío, no hay por qué no considerarlo modernista3. Entre sus varios lectores, César Vallejo, José Carlos Mariátegui, y Abraham Valdelomar se encuentra también el joven Mario Vargas Llosa. Entre 1955-1958, época en que leía “muchos libros”4, Vargas Llosa se encuentra con un González Prada “cuyas virulentas diatribas anárquicas contra instituciones y líderes políticos de todo pelaje, en una exquisita prosa de brillos parnasianos, me hizo, por cierto, una estupenda impresión”5. Mario Vargas Llosa durante aquellos años, como nota Miguel Angel Rodríguez Rea, “abordará la personalidad literaria” de este autor con “Manuel González Prada”, lanzado en cuatro fascículos en la revista Cultura Peruana, en agosto, setiembre, octubre y noviembre de 19586.
Dos años antes, Vargas Llosa había descubierto a Rubén Darío en las aulas de San Marcos con el profesor Luis Alberto Sánchez a partir de 1956. En sus memorias, El pez en el agua, el futuro Premio Nobel recuerda esta temporada de esta manera: “conocí al Darío esencial y desgarrado, el fundador de la poesía española moderna, sin cuya poderosa revolución verbal hubieran sido inconcebibles figuras tan dispares como Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, en España, y Vallejo y Neruda en Hispanoamérica”7. Lo que significan estas coincidencias es que mientras Vargas Llosa estaba en vías de formación, en las bibliotecas de Raúl Porras Barrenechea y del Club Nacional, encontraba “muchos libros” entre los cuales figuraban los de Darío y González Prada. En 1957 comenzó a escribir su tesis sobre Darío, y como ya se mencionó, publicaría la serie sobre González Prada en Cultura Peruana en 1958.
En el “Discurso en el Teatro Olimpo” González Prada concluye: “Nuestra guía debe estar, pues, en el estudio de los grandes escritores estranjeros, en la imitación de ninguno”. Vargas Llosa parece haberlo escuchado y estudia la técnica y obra de Flaubert, publicando, después de sus primeros cuatro novelas, La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary en 1975. Este es el mensaje de González Prada, leer y estudiar ordenadamente obras, especialmente las extranjeras, y así: escaparse de la literatura peruana escrita como española en busca de la literatura peruana escrita como peruana.
2023
Thomas Ward
Loyola University Maryland
Para regresar a:
El índice de Pájinas libres.
El porvenir nos debe una victoria, Ensayos y poesía de González Prada.
Para comunicarse con el Webmaster.
1Paulino Fuentes Castro, “Un distingo sobre la formación de la literatura nacional”, Correo del Perú, año 4, n. 12 (22 marzo de 1874), p. 92.
2Paulino Fuentes Castro, “Literatura nacional” El Comercio, 11.970 (24 de abril de 1874), p. 4.
3Thomas Ward, “Manuel González Prada, poeta modernista”, Boletín de la Academia Peruana de la Lengua, 72 (2022): 63-105.
4Mario Vargas Llosa, El pez en el agua (Barcelona: Seix Barral, 1993), p. 342.
5Vargas Llosa, El pez en el agua, p. 344.
6Se trata de los números 122, 123, 124 y 125 de la revista Cultura Peruana. Miguel Angel Rodríguez Rea, Tras las huellas de un crítico: Mario Vargas Llosa 1954-1959 (Lima: Pontificia Universidad Católica, 1996, p. 187, n. 3).
7Vargas Llosa, El pez en el agua, p. 402.