LA HUELGA DE IQUIQUE1

Por Manuel González Prada, Anarquía

     Pocas veces se ha visto en los países sudamericanos una fiereza tan salvaje como la desplegada por las autoridades para sofocar la huelga de Iquique2. El ordenador de la carnicería halló ejecutores dignos de él; y si el zar de Mapocho es tan felino como el zar del Neva3, el soldado chileno nada tiene que decir al cosaco ruso. Para un Montt, un Silva Renard con caníbales uniformados4.

     Trabajadores chilenos, bolivianos y peruanos han sido indistintamente barridos por las ametralladoras de la nación, puestas al servicio del salitrero: prueba segura que para gobernantes y especuladores hay en todo huelguista un extranjero, un enemigo, una fiera digna de ser cazada y aniquilada.

     Entre los miles de hombres tan inhumanamente abaleados en Iquique5 hay tal vez algunos que lucharon y hasta vertieron su sangre para que el Gobierno de Chile arrebatara las salitreras al Perú. Fueron ayer el arma o el brazo del ladrón para desvalijar al vecino; hoy son víctimas de este mismo ladrón que no les otorga ni el derecho a la vida. El salitrero ese rapaz e insaciable explotador que vende en oro y paga en moneda depreciada, sintiéndose apoyado por el gobierno, se encara al peón y le dice “Muere de hambre, si te resignas; de bala, si te sublevas”.

     Y ¡pensar que si mañana la codicia del bien ajeno vuelve a inflamar el corazón de Chile, esos mismos desgraciados, esas mismas víctimas, volverán a servir de arma o de brazo para consumar iguales robos y obtener la misma recompensa! Las muchedumbres no acaban de ver que el negocio no tiene patria; que, a pesar de Alsacia y Lorena, el francés rico es hermano del capitalista alemán, lo mismo que, a despecho de Tacna y Arica, el azucarero peruano es amigo y compatriota del hacendado chileno6. Todos los grandes ladrones constituyen una masonería internacional, forman una casta esparcida en el globo, pero estrechamente unida y juramentada para luchar con su enemigo común: el proletario.

     Donde florecen los Cánovas y los Humberto, deben surgir los Angiolillo y los Bresci7.

     (1908)

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     1Debido a que este capítulo fue suprimido en la primera edición de Anarquía (Santiago: Editorial Ercilla, 1936), quedó suprimido en todas las ediciones posteriores hasta la presente que rectifica la injusticia de no haberlo incluido. Sabemos que este capítulo fue censurado porque el recopilador de la primera edición, Alfredo González Prada, incluyó una “Nota” en que da la procedencia de los capítulos de los que se sabe (págs. 135-136) donde aparece el capítulo suprimido “La huelga de Iquique”. Al aludir al tema del capítulo, los editores chilenos de Ercilla dejan una nota al pie de la página, “Este artículo ha sido omitido de la presente antología por razones fáciles de comprender” (pág. 136). Posteriormente, Alfredo comenta que “de común acuerdo entre la Editorial Ercilla y el suscrito, fué retirado del libro”, Prosa menuda (Buenos Aires: Editorial Imán, 1941) donde comentó lo sucedido en una nota al pie de la página (pág. 243), pero no se había dejado por vencido y lo incluyó en Prosa menuda (págs. 242-243). Aquí lo volvemos a incluir en Anarquía según el plan original de Alfredo [TW].

     2Este evento acaecido en diciembre de 1907 se llama tradicionalmente “La huelga de Iquique” pero también hay un episodio que debe llamarse “La masacre de Iquique” porque el ejército chileno usó una nueva invención, la ametralladora, para matar a una cifra grande de huelguistas iniciando así una gran trayectoria en Latinoamérica de obliterar a los participantes en huelgas y manifestaciones. Esta masacre a ametralladora anticipa a la de las 5 y 6 de diciembre de 1928 cometida por los soldados particulares de United Fruit Company en el pueblo Ciénaga, Colombia, inmortalizada en la novela Cien años de soledad de Gabriel García Márquez. La más infausta de todas las masacres a ametralladora fue la de San Salvador cuando, en enero de 1932, las tropas salvadoreñas, bajo orden del General Maximiliano Hernández Martínez, asesinaron a más de diez miles de obreros e indígenas, documentada en el testimonio de Miguel Mármol dado a Roque Dalton en Praga. Una táctica común en estos ataques fue establecer las ametralladoras en los techos de los edificios para matar a las personas peatonales [TW].

     3Con típico humor González Prada establece un paralelo entre el zar de Neva (San Petersburgo) y el presidente de Chile (el río Mapocho traviesa Santiago) [TW].

     4La masacre fue llevado a cabo bajo el mando del general Roberto Silva Renard por orden del presidente Pedro Montt Montt [TW].

     5Iquique también es una ciudad simbólica porque, a partir de la “Batalla de Iquique” acaecida en el puerto de esta ciudad el 21 de mayo 1879, pasó de ser peruano a chileno [TW].

     6González Prada es uno de los pocos pensadores que reconoce como la noción de clase social puede superar la de raza, pueblo, o nación [TW].

     7Antonio Cánovas del Castillo fue primer ministro seis veces de España, dominaba la política española en las últimas décadas del siglo XIX; fue asesinado por el anarquista italiano Michele Angiolillo. El rey de Italia Humberto I de Saboya fue asesinado por el anarquista Gaetano Bresci [TW].

Los Parias 39 (enero de 1908)

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